Dormía el mar en mis pies.
Dormía y besaba mis manos.
Se me hacía un niño bueno y abandonado.
Suave entre mis pliegues, acariciaba su espuma.
Escuchaba mi canto,
se sabía mis versos.
En esa época me alimentaba de líquenes y caracoles que buscaba a diario en su remanso.
Era el mar mi río salado,
inmenso y mío.
Enredador de mis juegos,
amigo de mis fríos.
Mar, amigo mío mar mío.
Vimos tormentas,
la arena rodar el cielo,
los caracoles estallar en el viento.
Fuimos rugido, sordo e indiscutible.
El latido de mi pecho vuelto ola.
Rompiente.
No me hicieron falta sentidos.
Hoy voy en círculos y sólo encuentro sal, piedra.
¿Estás dormido?
¿Ya no eres mi amigo?
Vuelvo mis pies en el agua.
(Un cascarudo me habla de olvido)
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