martes, 29 de marzo de 2011

Oscila
late a pulso
espasmódico
si a a eso
que desea
se acerca
todo se agita
cero perspectiva
comienza
la larga serie
de torpezas/tropiezos
si afirma
matiza
si va
llega tarde
multiplica
las direcciones.
Pequeñas entregas
juegos de equivalencias/ambivalencias
por cada descuido
hay una tarea
borra con el codo
lo que escribe con la mano
¿dios escribe derecho en renglones torcidos?
No es cierto
que llegando al centro
se equilibren las oscilaciones.

Liturgia del encuentro

Realizar entregas equivalentes, simbólicas para recuperar lo quitado.
De atrás hacia adelante.
Para encontrar el camino tuvo que volver por donde había venido.
Darse vuelta.
Voy a volver al principio pero desandando los pasos.
me puedo sumergir
en ese par
de pechos
resbalarme
por la tersura del hombro
al cuello
hay una belleza
de varios kilos
ahí
hundida
en esa abundancia
deshacer el gesto
en una lamida
fabulosa
quiero arrancar sus prendas
la aprisionan
sus prendas
mientras
me distraigo
por la ventanilla
un día diáfano
que ganas de coger.
Coger y consumir al otro, a la otra. Llenarla de hijos. Las chicas se rellenan. Tienen pieles lustrosas y remeras apretadas que muestran sus pechos exhuberantes. Sus cuerpos a la intemperie. No importa si hace frío. La ropa de la feria es siempre la misma. Deportiva, como los futbolistas. Apretada con las tiritas de imitación adidas.
No hay otro culto al cuerpo que el de su uso, consumo, gasto. Pechos para ser mostrados, mirados y luego bebidos. Por hombres o niños.
¿Cuál será,
la última,
la ínfima
porción de órgano,
de célula,
de química
a la que me pueda sujetar?
Es imprescindible que me digas qué ves cuando estoy enfrente. Aunque más no sean dos piernas, unos ojos, una boca. Un bulto que se detuvo en el paisaje.
Me muevo
y estoy
más detenida que nunca.

Me queda
aferrarme
de la mano de lo que fui.
O soltarla.
Y no ser.
Yo,
ultimamente
una desaparición
consentida.
A veces
existo.
Bailo
mi materia se agita

           sucede
              sin querer
que yo llegue
a alcanzarla
y deshacerla.

En esos instantes

          yo cuerpo
          un presente
En           esa
sangre
que se ensucia
y limpia
el aire
que consume
y elimina.

El resto del tiempo
           no
me es posible
distinguirme.

sábado, 19 de marzo de 2011

Sentir su materia consumirse a sí misma. Querer asir la proteína para luego hacer de ella deshecho.
Come pero no digiere, y pierde lo que creyó tener. Igual a su estómago, se mueve por espamos.
Intento desesperado de nutrir lo que no recibe más que succiones.
Órgano que cae
carne que cae
peso       muerto.
Debo tener reparo
de este permanente
irme
al fondo viscoso
de las rótulas.
No me nutro,
me vacío.
Deseo la proteína
pero es demasiado espesa
y no puedo.
Esta cuestión de comer y cagar;
no parece ir hacia ningún lado.
Hubo una temporada, en que mi musculatura "lisa", así la llamó el médico, se contrajo hasta que todos mis órganos digestivos se enteraron.
Y dejaron de soportar esa presión.
Quiero decir, simplemente dejaron de.
No digerí más.

Por suerte para cosas así, siempre existe el miopropán.
El día que el foco me cegó y caí en cuclillas/cuchillas.
El próximo paso era el piso.
Ese día supe que podía irme, desvanecerme como una maldita epiléptica.
Visité el agujero negro de mis articulaciones.
No hay fondo que me contenga
mi soltar puede hundirme.
Borra con el codo lo que escribe con la mano.

La incontable nómina
de pequeños
actos
casi
involuntarios
(no es nada bello como destejer un suéter o tirar una hilera de dominós)
con los que me encargo de malograrlo todo.

Me resisto
a convertir todo esto
en  travesura.

sábado, 12 de marzo de 2011

Duda de todo. Especialmente si es algo que hace ella.
Hoy por ejemplo, volvió a dudar de sus pies para sostener su cuerpo, para pasar el peso, para equilibrar sus desvíos. Y se sometió, nuevamente, a otra serie de torturitas técnicas sólo para constatar que sus capacidades siguen intactas.
Este tipo de prácticas impacientes no constituyen un problema, dice, sirven para entrenar.
Sólo el clac en la nuca, palabras de vértebras, que no dejan de quejarse...Pero eso tampoco es problema, dice. Para cuando llega la jaqueca, existe un blíster de ibuprofeno en el botiquín del baño.
No hay problema, dice. Está todo bien.
Ventana abierta
un pino pulmón de manzana
Mi cama roza el borde de la nada

Como se estira todo
se estiran las casas
hasta tocar la general paz
me estiro yo para alcanzarte

 fugo hacia el horizonte que se aleja de la ciudad

El viento bambolea los árboles
hermoso movimiento pesado
de las hojas con las ramas 
quiere
amainar ese motor de auto
pisteando la avenida


No prendo la luz
mi linterna arruina
menos
esta magia fugaz

Soñar con angelitos

No salgo cuando llueve. Para esta misma época el año pasado, la ciudad se inundó.
Recuerdo una moto arrastrada por un río que era la calle. Bolsas de basura pasaban flotando y se atascaban más adelante en la boca de tomenta.
Estábamos atrapados en unos cuantos cruces de calles. Era imposible avanzar. Era el corazón de la crecida.
Estaba oscuro. Temí morir electrocutada por un cable o succionada por los desagües si cometía el error de tropezar y caer.
La lluvia se llevó a muchos niños. Entre la muchedumbre en pánico perdían a sus padres y eran arrancados de sí hacia las cloacas inmundas.
En los días y semanas que siguieron continuaron apareciendo, de a partes.
Mientras llorábamos por ellos, los comerciantes protestaban por su mercadería arruinada.
Ahora una lengua de cemento se explaya por J. B. Justo como una gran lápida brillosa.
Los niños muertos van a jugar ahí de noche y no hacen sombra, pero una pelota pica y rueda hasta que empieza a amanecer.
Entonces yo me duermo. Y los angelitos se pegan al vidrio de mi cuarto y empiezan a cantar burlonamente "que llueva, que llueva..."

domingo, 6 de marzo de 2011

Siempre llegué tarde a todo. Cuando estaba en la escuela secundaria me aburría y sentía que era rara. No me gustaban los programas que miraban mis amigas, que hablaran todo el tiempo de ropa o del pibe que se habían transado el último sábado en caix. Buscaba en cursos de idiomas extranjeros encontrarme otra cosa que la escuela militar, los rezos en el primer recreo y los cuadros de las fuerzas armadas colgados en el hall de entrada.
Y corría, nadaba, exorcizaba sin saberlo toda esa temprana muerte.
En la universidad supe que había desperdiciado mi adolescencia. Todos ya habían leído a Hesse, escuchado a SUMO, fumado en fiestas y eran auténticos jóvenes que criticaban todo. Absorbí aquéllo que decían como una esponja. Dejé de ver a mis amigas de antes, dijeron que yo estaba como la novia del Che Guevara. Yo tenía tanta sed.
Duró la carrera, me fui sumergiendo, me fui haciendo otra. Hasta que todo terminó y sentí la siguiente demora como una gran piña en la cara. ¿Pero cómo fue que estuve ahí, así? Todo me parecía muy careta, los revoltosos me volvieron parecieron malcriados y acomodados. Salí eyectada de la alta casa de estudios. "No vuelvo más a ninguna institución"
Descubrí la danza o la danza a mí, ya no me acuerdo. O sí, sí me acuerdo, llegó de la mano de sus besos y perdí un poco la cabeza. "¿Cómo fue que se te ocurrió hacer algo tan mental?"
Y así es que siempre ando ansiosa, como desesperada, sintiendo que se me pasa la fiesta en otro lado y yo sentada haciendo los deberes.

miércoles, 2 de marzo de 2011

vivir en el plano detalle
en la distribución de las mínimas partes
a las que nadie presta atención:
un lunar en el ojo
donde inicia la calvice
la geografía de un diente
la inquietante simetría
de tus manos y tus pies

en perspectiva veo
tu forma
sólo como una tajada
de algo
que ya estaba dibujado

pero esta proximidad
perfecta
difusora/evasiva
de todo concepto
me arroja
salvajemente
a un ensayo táctil
¿y quién es la que percibe ahora?
no es que no tenga tiempo para ser sutil, es que ultimamente sólo encuentro bella la sutileza de lo frontal.
"No quiero saber nada con los hombres"
Me dijiste
Rosa lo dijiste
Rosa escuálida de ojos saltones
me miraste
no te creí ni un poco
aunque supe de inmediato
que ibas a pelear
con uñas y dientes
tu esbelta libertad
de trece años
rosa asediada
por el barrio y sus mastines
Corre Rosa Corre
te aseguro
nadie podrá ganarle
a tus metros de piernas
nadie

Cuerpo Compartido

El viento me despeina batiendo alas
se lleva mi pensamiento sobre una barca emplumada
y ahora que nos separa la lejanía
un ojo lo tengo triste y el otro me da alegría

Elizabeth Morris

Desde entonces
dejé de comer carne.
Pero un pedazo de tu corazón
comería con gusto

Inventarios

Tengo que hacer un inventario
lo que quedo de vos en los estantes
adentro de la alacena en las polillas.
Lo que se comieron las arañas
rincón donde se pierden las afirmaciones.

Miradas que salían desde tus ojos
en esa última noche
convirtiéndose en un muffin relleno de pólvora
incrustado en cada uno de los muebles.
El vapor de la pava silbadora
la manera en la que tus manos
se llevan el ultimo cigarrillo a la boca.

Vení, baila algo, lo que sea
que tu cuerpo sangre y no sean
tus hijos los que se van.
Recostarte otra vez sobre la cama
tu saliva saliendo de mi boca
volviendo a la mía
mientras los cuerpos se alejan
la transpiración sobre las espaldas
ingresa otra vez en la piel
destila el dióxido de carbono excedido
suspendido en el aire.

La ropa se levanta del piso, nos viste.
Mis células aspirándose de tus brazos
vuelven a mis manos
las medias grises te levantan
con la misma fuerza con la que caímos.
Salimos de la casa
caminando en direcciones opuestas
como si nunca nos hubiéramos cruzado.

Anoche me di cuenta
que te había estado esperando toda mi vida
nunca creí del todo
que fueras de poliéster o epidermis
imaginaba verte de neón.

Entre tanto
soy la huelga en la puerta de tu lengua
la tibieza dentro de una taza
donde ya no quedan rastros del té
y no hay pericia que valga
para sustentar el vacío.

Las compras las voy a hacer por la mañana
ocupar el espacio que dejaste
los doscientos seis huesos
que movía tu cuerpo por la casa.

mariana garrido, http://borronyversonuevo.blogspot.com/

PUERCOESPINES


Y alguien se fía de mí,
alguien cree que no le miento.
Hay un lugar en mi cuerpo
que se llama vejiga, donde van a hacer hueco mis terrores,
paletas de nácar.

A veces cuando tengo demasiado
tengo
la sensación de un panal en el estómago,
con su abeja reina madre puerca espina.

No, yo no le mentí a nadie, todavía.
No dije de ciertos asuntos sus bordes celestes ni cosa parecida, hay
veces que preferiría el himen muerto a tus córneas.
Lo juro.
¿Se puede jurar en un poema?

Estoy arremolinada en el lomo de mi cuerpo
como un estropajo que intentase darse forma, versión o guarismo:
pero las matemáticas son para mí como monstruos negros
como esas bocas hembras bocas voluta de humo.

Y alguien cree en mis escombros, alguien
todavía se obnubila,
cimienta su fraude privado.

Yo no te merezco, voy a decirlo para que te lo aprendas como un ábaco.

Yo no te merezco, y nadie va a darte una certeza igual de redonda.
Apenas sé mecerme, apenas sé de las hamacas
su margen liviano,
quién te dejó ciego antes de mí,

de esta urdimbre de celofanes secos.

A nadie le debo las gracias ni
la placenta.

Más bien, diríase que alguien que pinta sus ojos con astillas me está en mora
y sus piernas me acechan.

No, yo dije que no había mentido tanto, no dije que nunca ni dije
la corrección como una cabra vencida en la pampa seca de un solo disparo
y todavía en el polígono mi padre me pide que apunte al piso
que nunca, pero nunca, levante el arma
que tenga respeto pero que, mejor, tenga miedo
que cuanto más miedo se tiene menos errores y más cerca
del cuerpo los codos

como para almorzar, a tientas, con las servilletas bajo las axilas
sin que los cubiertos hagan rechinar la cerámica sin
que las flores que alguien les bordó con tinta azul se desmenucen
sin que nadie chiste ni pida postre.

No, yo no dije que mintiese tanto, no dije de mí una sola cosa todavía.

El poema es un panal de abejas en el que se cuecen los hábitos

y la puercoespina, la muy madre, la muy cabra,
zumba dentro de la balacera su iracundia.

No, yo no dije que hubiese mentido,
hubiéramos hecho un pacto de muerte, los ábacos
no saben decir la palabra infinito, todavía
no se atreven al cero.

Creo que todo fue un asunto de matemáticas y salitres y yo no tenía
menos miedo al océano
como una postal de la Grecia que me dieron, sin haber
conocido los hexágonos primero:

Grecia, un nombre para mi hija

pero habrá que advertirle de su madre
que un día se tragará sus huesos sin que las servilletas se caigan
de debajo de sus axilas.

de Valeria Tentoni (inédito)


En los cuadernos
las cosas se rompen
la canilla del agua
pierde deliberadamente
las etiquetas
llevan nombres mudos
se diluye la sangre
en ríos está corriendo
se vacía la espera

Harta la piel de las vísceras
de los ojos se fuga la luz
y queda la borra
en el fin de la taza

Me deshago bajo las uñas
pasan trenes sin intermitencias
son trenes ajenos
caigo los párpados
y basta
como en el circo


Noche lobo

la noche lobo
me estalló en la cara
ahora
no sé quién soy

saciar
el alma
lo estrellado en el sueño
llevar olfato entre la maleza
los dientes firmes
la saliva incandescente


Fedra Spinelli en Digo Bosque y otros poemas



Un viernes increíble.

Tan increíble como si tuvieras enfrente un montón de mierda
que te pasa en altura.
Increíble y útil.

Útil como un montón de mierda cargada de nutrientes que han a fertilizar y fortalecer la tierra en que sembramos.
Un viernes increíble, inútil y agotador.

Agotador como si sostuvieras una larga y dura lucha contra una pared de hormigón armado, que te separa de la guardilla donde están las semillas y herramientas.

No hoy ni mañana,
pero en algún momento
vamos a cosechar los frutos
de este increíblemente útil y agotador viernes.

Y a las nubes cabreras que ni se atrevan a llover de más.
Porque mañana voy a estar repuesto y listo para soplar, abanicar y golpearlas en las pelotas para que no arruinen la cosecha.

Charly Punk











Muchacha Punk

Muchacha Punk
Ilustra Diana Regueira

Galletita de Coco (textos por niñxs)

Conversaciones

Animales

- ¿te gustan las palomas?

- ¿qué, para comerlas?


- ¿esos caballos son salvajes porque se salvaron?


Reyes

- che me parece que nos vamos a tener que portar bien

- por? para mi que los reyes son mamá

- por eso te lo digo

Navidad

"- ¿No sabemos donde está Papá Noel? ¿Está en el cielo? ¿Duerme o no duerme Papá Noel?"

Uriel, 6 años.

Fantasmas

"-¿Vos lo conocés al fantasma Benito? ¿Es malo o es juguetón?"

" - ¿Y vos de dónde sacaste lo del Fantasma Benito?

- Me lo dijeron los chicos en la escuela."

Uriel, 6 años.

Fiesta de Iemanjá

"-Me dió impresión lo de anoche...

- ¿Qué te dió impresión?

- No sé.

- ¿El fuego? ¿la virgen?

- Es que no entiendo, por qué el barco al mar. Yo no quiero ir en ese barco."

"Te hicimos un regalo. Lo que te mandaron al barco, a otro barco te lo vamos a dar nosotros."

Pescado al aire

"Qué pasa si no creo en dios?...nada, ¿no?" Francisco, 12 años.


Pedaleo
Pedaleo
Pedaleo
con mi bici azul
casi llego al cielo.
Deforme
una piedra
me tiró al piso
y no llegué al cielo
el suelo no quiso.

(Ariel Guzmán)

Yo me encontré una pluma
y era de color café
oscurísima caricia
para dejar en tu piel
También vi varias plumitas
planeando en el aire azul
le hacían de calesita
al tronco del abedul
Aplastada, invisible,
la ramita estaba allí
tan rara, tan misteriosa,
me estaba esperando a mí.

(José Guzmán)

"una pequeña bolsa de oscuridad" (Zoe y Carla)

"un pedacito de noche en una bolsa" (Fiorella y Marcos)

"la serpiente de cascabel"


"Te hice a vos agua"

"Te hice a vos agua"
Thiago y la fiesta de Iemanjá

Circo Loco

Circo Loco
Luna, enero 2011

papelitos

papelitos